viernes, 11 de diciembre de 2015

Los ambientes centrados en los distintos actores del proceso educativo



Ambiente centrado en el alumno. Los diferentes contextos, culturas e intereses de los alumnos hacen variar su compromiso con el aprendizaje, por lo que el docente debe poner atención en el punto de partida de cada alumno y en sus progresos en el aprendizaje. Las actividades destinadas a los alumnos deben ser diseñadas para que se puedan realizar, aunque es importante que sean un reto para que ellos conserven e incrementen su compromiso con el aprendizaje y evitar la decepción. Lo anterior debe ayudar a los alumnos a conectarse con los contenidos por enseñar.

Ambiente centrado en el conocimiento. Implica tener claridad sobre qué enseñar. En este punto, la clave es identificar los contenidos fundamentales de la asignatura, es decir, los que permitan al alumno construir los demás contenidos del currículo, así́ como nuevos contenidos curriculares posteriores e, idealmente, un aprendizaje permanente a lo largo de toda su vida. Como los programas de estudio exceden el número de contenidos que es posible enseñar en el corto tiempo dado a las asignaturas y los libros de texto se extienden demasiado en su desarrollo y en los detalles, lo anterior representa un cambio de actuación del docente para desarrollar el currículo: realizar un ejercicio de planificación que dé entrada y ubique los contenidos fundamentales por bloque, unidad o tema, los vincule con algunos de otras asignaturas y diseñé secuencias didácticas que “usen” los libros de texto e incorporen materiales diversos en diferentes soportes (periódicos, revistas, Internet y discos, además de los libros de las bibliotecas escolar y de la localidad).


Ambiente centrado en la evaluación. Con un enfoque que permita a los alumnos retroalimentar sus logros de aprendizajes, con niveles de desempeño explícitos que los impulsen a obtener cada vez mejores logros. Una vez que el docente define el conocimiento que el alumno debe aprender, se requiere de la evaluación para monitorear su progreso, saber en qué́ fase se encuentra en el desarrollo de su pensamiento formal y rediseñar las estrategias de enseñanza. Para lograrlo se requiere que el alumno desarrolle la metacognición con el fin de que se comprometa con sus aprendizajes y rebase la asociación de la evaluación con una calificación aprobatoria.

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